Cuando tienes hijos y empiezas a pensar en mudarte de casa a otro estado u otra colonia, uno de las primeras consideraciones que harás tiene que ver con la escuela, los amigos de tus hijos y un largo etcétera. Como adultos, tendemos a preocuparnos mucho en relación a cómo nuestros hijos enfrentan el cambio. Imagina cuando este cambio involucra además un cambio de país, idioma, costumbres y hasta clima!
En este artículo voy a narrarte las dudas que nosotros tuvimos al venir a vivir a Canadá y como se dieron las cosas en realidad, con la esperanza de ayudarte a disipar esos miedos y ayudarte a tomar una decisión en caso de que eso sea lo que te detiene.
Cada familia es diferente, pero espero no equivocarme cuando me atrevo a decir que el 99% de los niños reaccionan como lo hicieron los míos.
Cuando pienso en los días en que tomamos la decisión de mudarnos es muy interesante darme cuenta lo contradictoria que era nuestra mente. Por un lado, nuestro móvil más importante era buscar una mejor calidad de vida para nuestros hijos, pero por el otro, era el cambio que implicaba para ellos nuestra mayor preocupación.
Como ellos ya tenían edad suficiente para comprender las cosas (9 y 7 años) decidimos hablar con ellos. Mi hijo mayor, se entusiasmó con la idea y sin dudarlo dijo que si. Ya no le gustó tanto cuando supo que su papá se iba a ir unos meses antes, pero, dentro de todo, tomó la idea con entusiasmo. Para mi hija fue mucho más complicado. Ella siempre se ha resistido al cambio, y yo pienso que esa es la razón por la que siempre se presentan tantos cambios en su vida. Recientemente había cambiado del kinder a la primaria y habíamos decidido cambiarla de escuela. Cuando empezaba a adaptarse a su nueva maestra, ella se enferma y la escuela tiene que sustituirla, y cosas asi siempre le han ocurrido mi pequeña. Por supuesto al escuchar nuestra idea de ir a vivir a otro pais, se llenó de miedos y angustias. Sobre todo porque a los 7 años no tienes ni idea de lo que significa una mejor calidad de vida.
Como ya he mencionado en artículos anteriores, su papá se fue casi un año antes, pero cuando se fue, pensábamos que serían solo unos meses. Aunque nosotros no viajamos hasta un año después, el cambio empezó en el momento que mi esposo se fue. Tuvimos que adaptarnos a una nueva rutina sin el. Las cosas no fueron fáciles.
Mi esposo se fue un 1 de enero, casi saliendo de la fiesta de año nuevo (como a las 5am). Mi hija decidió que quería quedarse a dormir, para mi una clara señal de que prefería evadir que enfrentar, mi hijo fue al aeropuerto a despedirlo con todo y su tristeza. En este punto debo reconocer que cometimos un error. Mi esposo, con tal de darle ánimos y hacerlo independiente, le dijo que durante este tiempo él sería el hombre de la casa. Eso causó un estrés innecesario en un niño de 9 años.
Llegado el momento, en su escuela les hicieron una linda despedida, sus compañeritos los llenaron de cartitas con buenos deseos y ya no habia vuelta atras. Durante las vacaciones nos enteramos que nuestro viaje se retrasaría, y entonces vinieron nuevos ajustes.
Para el viaje tuvimos que elegir muy cuidadosamente las cosas que traeríamos. Solo teníamos permitido una maleta de 23kg cada uno y una maleta de mano de 10 kg. Intentar poner nuestra vida en 3 maletas no fue tarea sencilla, sobre todo porque mi hija quería cargar hasta con sus muebles. Así de grandes son sus apegos.
Finalmente viajamos y llegamos. Llegó el momento de que entraran a la escuela. Con gran temor por el idioma, por la nueva escuela, la nueva cultura, la ropa nueva (porque era invierno), no teníamos ni idea de cómo manejar el lunch, o los famosos zapatos de interiores. No sabíamos si estarían con pantalones de nieve todo el dia. Todo era nuevo y desconocido y por supuesto los adultos estábamos más aprensivos sobre el tema que ellos.
El primer dia de clases regresaron de la escuela felices.
La idea de que los niños caminaran solos a la escuela era inverosímil para mi cerebro. Así que el primer mes mas o menos, los acompañamos. Me di cuenta que estábamos siendo aprensivos cuando una maestra nos vio llegar y nos hizo el comentario: “Se nota cuando son papás nuevos en Canadá”. Si, definitivamente nos estaba costando más trabajo que a ellos. Poco a poco los fuimos soltando. Iban y venían de la escuela caminando, aún con tormenta de nieve o lo que hubiera. Empezaron a tener amigos y a vivir una vida completamente normal. Mi hija tiene ahora una mejor amiga con la que pasa mucho tiempo, cuando vivíamos más cerca de ella, pasaban la tarde juntas, ahora que nos mudamos, hacen pijamadas de vez en cuando. Los cambios para ella han seguido. Su escuela fue cerrada después del primer año, por lo que tuvo que ir a otra, y luego nos mudamos de casa y en estricta teoria la debiamos cambiar, pero ella se resistió. Ella sigue teniendo resistencia al cambio, sin embargo, se ha adaptado. Aun con toda esa resistencia, si hoy le pregunto si quiere regresar a México, es un rotundo NO.
Hoy miro esos días en retrospectiva y me doy cuenta que los grandes temores son infundados. Que los niños tienen una gran capacidad de adaptarse. Escucho a mis hijos hablar inglés, y DEFINITIVAMENTE ellos lo hablan mucho mejor que yo. Además ellos saben francés. Ellos tienen amigos, van a la escuela, escuchan la radio, la TV, las películas en el cine y puedo garantizar que entienden mucho mejor que yo. Su vida cambió completamente para bien y ellos se adaptaron muy fácilmente.
Si en tu mente ronda la idea de emigrar, y te detiene, o te preocupan tus hijos, creeme, ellos deberían ser la menor de tus preocupaciones. Ellos deberían ser tu motor para seguir adelante. Ocúpate de hacer las cosas lo mejor que puedas y sobre todo, de adaptarte y enfrentar el cambio tu, como adulto, que te garantizo que te costará más que a los pequeños.
Y ahora me gustaría que me compartas tus dudas, tus opiniones, ¿qué más te detiene para tomar la decisión?
¡Nos vemos para la próxima! Y si no lo has hecho, recuerda suscribirte para que te notifique cada nuevo artículo que publico.