Una máquina de café me indicó que Canadá es el país para mi familia

Estos días he estado preguntando mucho al universo si quedarme en Canadá será la mayor contribución para mí, para mi familia. Las respuestas nunca llegan como las esperamos. Hace un par de días sucedió algo que dibujó una sonrisa en mi cara y me hizo derramar una lagrimita de gratitud por la energía con la que me responde, por lo que percibí.  

Como quizás ya lo sabes, trabajo en el front desk de un hotel, en el lobby hay una máquina de café gratuita para los huéspedes. Este es un país multicultural, por lo tanto, veo muchas actitudes diferentes en relación a muchas cosas, he visto de todo –por ejemplo, lo que respecta a la máquina de la que les hablo- hay personas que toman más café del que requieren, solo porque es gratis. Personas que se preocupan por dejar limpio y personas que les importa un comino y dejan todo sucio. Algunos que pasan a escondidas por el café, pensando que es limitado, otros simplemente lo ven como lo que es: un servicio adicional que el hotel provee.  

A veces, cuando la máquina de café está descompuesta o no tiene café, algunas personas reclaman. Yo siempre he tenido el punto de vista de que reclamar por algo que es gratuito está fuera de lugar, sin embargo, algunas personas lo hacen. Me ha tocado ver indigentes que todos los días se meten a escondidas por un café -nosotros nos hacemos de la vista gorda, especialmente en invierno, cuando la temperatura afuera es de –20ºC-. En una ocasión me gritaron porque le dije no a una persona que nos usaba como proveedores de café gratuito, por más de una semana ocurrió así, le dije que el café era para solo para huéspedes y dicha mujer me gritó y me llamó puta bajo el argumento de que a su novio nunca le dije nada. Así de diversas y divertidas son las cosas que pasan aquí.  

Esta semana el hotel está hospedando un grupo de militares para una serie de eventos relacionados con el Rememberance Day, día dedicado honrar y conmemorar a los veteranos del ejército. Entraron dos personas con uniforme militar, para mí, bien pudieron ser huéspedes. Estuvieron sentados en el lobby un rato, uno de ellos se me acercó y dijo: -disculpa, estamos aquí esperando a las personas con las que nos vamos a reunir, no somos huéspedes, pero ¿podemos tomar un café de la máquina? Fue maravilloso. Por supuesto, mi respuesta inmediata fue que sí, que tomaran los que desearan, lo que percibí es con lo que me quedo y se los que quiero compartir.  

La milicia en Canadá ejemplifica claramente cómo es la cultura, estas personas llevaban un uniforme impecable, se veían cultos y, sobre todo, fueron extremadamente educados. No fueron capaces de tomar algo que no les pertenecía. Nadie se iba a dar cuenta, yo no tenía idea que no eran huéspedes y de haber tomado el café, jamás lo habría sospechado; ellos eligieron hacer lo que pensaron que era correcto: pedir permiso ¡Y conste que no es el café! No es el juicio dicotómico de si está bien o mal tomar el café, si eres huésped o no. Son los valores, la educación, la cultura.  

No estoy diciendo que Canadá es un país perfecto, es tan imperfecto como cualquier otro. Pero sí es el país perfecto para mi familia. No pude evitar preguntarme si esta cultura es la que quiero que a mis hijos cobije, en la que elijo que crezcan ¿Es esto lo que quiero que aprendan? ¡Por supuesto que sí! ¡Respeto por los demás, por lo ajeno, por el mundo!  

Me pregunto cómo será mi vida en unos años si elijo quedarme en Canadá y lo que percibo es simplemente grandioso. Gracias Canadá por todo lo que me das. Gracias universo por la respuesta a mi pregunta a través de esta máquina de café.  

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