¡Hola!
Mi nombre es Lulú Montiel. De hecho ese no es mi nombre completo, pero hablaremos de ese tema más adelante, por ahora confórmate con saber que así me conocen mis amigos y familia. Tengo 47 años y una familia conformada por mi esposo y mi hijo e hija adolescentes.
Somos mexicanos, y hace algunos años mi esposo y yo decidimos que buscaríamos mudarnos a algún otro país. La idea inicial no era clara, sabíamos que queríamos irnos, pero no sabíamos a donde. Así que empezó la investigación. ¿Qué país tiene un proceso de migración relativamente sencillo para los mexicanos? ¿En donde podríamos tener más oportunidades? Y una larga lista de preguntas que nos hacíamos.
Como el marido y yo habíamos estudiado en la misma universidad, recibiamos gran cantidad de publicidad a través de nuestro email que era muy similar, proveniente de nuestra alma mater. Y un día ambos recibimos la invitación a un plática que, ahora no recuerdo el nombre con claridad, pero era algo como “Vengan a vivir a Australia”, y como prueba de la gran conexión que siempre hemos tenido, una llamada telefónica siguió a la lectura del email. ¡Ambos nos registramos para asistir a la plática! Como el tema de Australia no prosperó, no ahondaré mucho en el asunto, pero bastará contarte que hay muchas empresas dedicadas a la migración que “analizan” tu perfil y deciden si eres candidato o no. Después de mucho dinero invertido en el proceso, debo confesar tristemente que nos dimos por vencidos. Pasó el tiempo, nuestra edad y circunstancias cambiaron y llegó un punto en el que debíamos empezar de cero. Pensar en Australia, al otro lado del mundo, ahora se veía como una mala idea. Así que lo dejamos.
Años mas tarde, navegando por una de las miles de redes sociales, en este caso LinkedIn, me topé con una sugerencia de contacto. Era un amigo de la secundaria, y noté que trabajaba en la misma empresa que el marido, pero en Nueva York. En ese momento la cosquillita, lo que mi alma realmente deseaba, resurgió. Sin pensarlo contacté a mi amigo y sin más, le pedí que le ayudara al marido a moverse a Nueva York. Mi amigo me contó que “casualmente” (entre comillas porque no creo en las casualidades) había una posición perfecta para el marido en aquellos rumbos. El marido mandó el curriculum, junto con todas nuestras esperanzas, pero nuevamente, algo se interpuso en nuestro camino. Unos días mas tarde las cosas cambiaron para esa empresa en Nueva York y en lugar de contratar personas, iban a despedir a unas cuantas.
Esta vez un poco mas maduros, y con la firme intención de mejorar nuestras vidas y las de nuestros hijos, que para ese entonces ya eran niños mas grandes (9 y 7 años mas o menos), decidimos buscar más opciones, y fue durante esa búsqueda cuando una amiga mia mencionó que había una expo en un hotel en polanco “Estudia en el extranjero” o algo así. Originalmente ninguno queríamos ir a estudiar, pero la expo sonaba muy atractiva por alguna razón. Me acuerdo que el marido tenía planeado un campamento con los Scouts (sección de la cual era responsable) ese fin de semana, pero no podíamos dejar de asistir, así que el domingo, último día de expo, alrededor de las 5pm estábamos llegando a recorrer el lugar. Todas las personas de los stands ya estaban cansados y supongo que con ganas de recoger sus cosas e irse, pero seguían atendiendo al público con mucho profesionalismo. La mayoría asumía que estábamos buscando escuela para alguno de nuestros hijos, y todos veían como bicho raro al marido que iba con su uniforme Scout muy sucio despues de un campamento, pero así fue como conocimos a la empresa que hizo nuestro sueño realidad de venir a vivir a Canada.
Si te gustó esta primera entrada y estas interesado en conocer más de mi historia y todas las peripecias y lo que implica vivir en otro país, déjame tu comentario y cuéntame qué temas te gustaría que te platicara.